Las escuelas que estamos acostumbrados a ver a la entrada del pueblo no han estado siempre alli así que antes de que fueran construidas a principio de los 60 los niños y niñas del pueblo eran adoctrinados en el arte de la escritura y la lectura en dos escuelas: en el Centro estaba la de los chicos, en la calle de la Amargura, y en el antiguo Ayuntamiento la de las chicas. Durante años Don Maximiliano (Maxi, hijo de tía Guadalupe y de tío Matías) estuvo realizando la labor de maestro de la escuela de los muchachos hasta que se fue a Madrid de policía y aquella mañana de invierno del año 56, como hacía bueno, tuvo la feliz idea de sacarlos a todos de escuela y llevarlos al huerto de la Conejera (detrás del transformador) para hacerles una "retrataura" como la que estamos viendo. En ella aparecen alumnos de distintas edades ya que no había infraestructura para separarlos por cursos y entre ellos están Silvestre, Flugencio, Leonides, Cholo, Jesús, Manolete, Simeón (Gineto)... Nuestro vecino y amigo Juan Sánchez (el que nos ha proporcionado las fantásticas fotografías aereas de los años 60) nos manda información acerca de la docencia en nuestro pueblo en los años 50, que transcribo literalmente: "Me voy a permitir complementar tu información sobre LA DOCENCIA masculina en nuestro pueblo en los años 50, que conozco de primera mano: Primero se cursaba una especie de parvulario con tía Paca, en un local contiguo a la posá, enfrente del caserón de tus bisabuelos paternos. Luego se pasaba a las escuelas de abajo (calle de la Amargura) y posteriormente y se accedía al desván del ayuntamiento, donde remataba la escolaridad. Este último local era alucinante: suelo enlosado irregular y sonoro, teja vana que proporcionaba un "aire acondicionau de cojoní" en invierno y en verano, amén de ratas y pestilencias que venían del cadáver de algún cigüeñu que caía muerto sobre las tejas desde el torreón del ayuntamiento. Maestros anteriores a Maxi: Destacan dos por su larga duración en el pueblo y dejar su impronta en muchos de nosotros (D. Eloy Solís, que daba clases y vardascazos a los chicos en el citado desván y Dª Concha, que atendía a las niñas en la plaza junto al ayuntamiento). Otros de menor duración, pero de feliz recuerdo eran Don Antonio Pulido y Don José Luis Vegas, ambos con sus clases en el local de la calle de la Amargura". Es una pena que no esté en mejor estado de conservación pero es todo lo que le queda a mi primo Jesús (el de Juliana) que es quien nos ha pasado tan fantástico legado. Ismael Santos, uno de los insurrectos fotografiados en la instantánea, nos ha prometido una copia en mejor estado.