De muy finales de los años 20 nos viene esta instantánea, desgraciadamente muy deteriorada, en la que podemos ver un retazo de una de las calles de nuestro pueblo por aquel entonces. La casa del fondo, que se muestra con una puerta y dos ventanas, era la casa del tío Quico (el compositor de las poesías en castúo) en la que con los años vivió Josefa y que todavía podemos ver cuando pasamos con las procesiones de San Roque de Semana Santa. La casa de la izquierda es la que sería con el tiempo la de María (la "Cubera") y en la derecha la que ahora pertenece a mis primos Jesús y Aurora. Fijémonos en el suelo lleno de rocas y tierra tan lejos del cementado que tenemos en este siglo XXI... Cuenta mi madre una anécdota pintoresca sobre el tío Quico y es que nuestro vecino se divertía con los críos del pueblo arrojando desde la puerta de su casa granadas y membrillos rodando calle abajo hasta la Plaza solamente para ver cómo los muchachos corrían y se peleaban por cogerlos. Curiosas diversiones las de aquellos años sin televisión ni internet... Los cinco niños que aparecen en esta preciosa imagen son cinco primos de la misma familia, a saber, la mayor, en el centro y con un lazo blanco en la cabeza es Juliana (la de tío Lucio); a su mano derecha y con una banda sobre su cabeza está Lucio y a su mano izquierda Concha (la de la Parada). Sentadas sobre dos sillas de enea en primera fila mi tía Juliana a la izquierda y Sebita a la derecha (cuyo rostro tapa la mancha) hermanas, hijas de tío Valeriano (el "Pequeño") y tía Cipriana (la "Loba"). Un retazo de la historia de nuestro pueblo que nos ha dejado la que aparece en la silla de abajo, tía Juliana.