Y partiendo de la fotografía anterior aquí vemos a nuestro paisano Valeriano Paredes en el Campamento de Colmenar Viejo donde se divierte a diario en compañía de un buen número de aspirantes a soldados disfrutando de unas vacaciones pagadas por el Estado durante los primeros días de mayo de 1954. La agenda apretada comenzaba todos los días con el toque de diana a las 6 ó 7 de la mañana seguido de un desayuno más rico en esperanzas que en calorías. Desfile, tiro, un par de horas de clases teóricas y otro buen número de ejercicios destinados a convertir los mozos en militares eficientes eran pecata minuta para estos reclutas con más devoción que carne en el cuerpo. El alojamiento que proporcionaba el Estado consistía en una tienda de campaña (camareta) como la que vemos a sus espaldas donde se atrincheraban entre 6 y 8 reclutas disponiendo de un básico armario y una litera para dejar que los maltrechos huesos descansasen al final del día en un ambiente de camaradería viril y olores que nada tenían que ver con los de su Pueblo. Lo normal era que nuestros muchachos se mantuviesen en esta situación prebélica durante 3 ó 4 meses donde disciplina y penurias eran la sal de cada día hasta ser remitidos finalmente a los cuarteles de destino como aguerridos soldados no sin antes haber jurado bandera. En el caso de nuestro paisano este plazo se acortó a 3 ó 4 semanas, sin que Valín nos de razón de tal suerte, siendo enviado de vuelta a su cuartel de origen, a saber, el Parque de la Maestranza de Artillería Nº 2, en la calle Comercio de Madrid. En este destino, y dada su vasta experiencia en el mundo animal por su origen rural y sus demostradas cualidades como cabrero, le invitaron a formar parte del pelotón encargado del cuidado de los animales de la granja que por entonces había en todas las instalaciones militares para alimentar al personal acuartelado, misión que cumplió con orgullo y entrega hasta el 22 de julio del año siguiente cuando fue relevado de sus atribuciones y mandado de vuelta a casa de tío Valeriano (el "Pequeño") y tía Cipriana (la "Loba") para que se encargaran de su manutención. En la fotografía posa elegantemente a la izquierda con traje de gimnasia compuesto por la camisa militar remangada, calzón blanco hasta los sobacos y unas zapatillas de deporte que confiesa no eran albarcas. Del que está a su lado también en posición de firme no nos puede dar ninguna información salvo que era de Badajoz. Detrás de éstos, saludando y ataviado con mono de faena, otro paisano pacense que se apellidaba Pachón. Entrañable imagen para el recuerdo que Valín conserva en su cartera como un tesoro y que comparte con nosotros.