Mi madre comenta muchas veces que las nubes que se ven en el pueblo nunca se ven en Zaragoza y es cierto. La verdad es que el Valle del Ebro, con su cierzo casi constante, hace que las nubes no tengan gracia ni estilo. Pero en el Valle del Alagón las cosas pintan de otra manera y para muestra vale esta fotografía de una tarde de verano debajo de la Casa del Ingeniero. Los cúmulos blancos vienen a anunciar buen tiempo y el agua remansada de la Presa invita a un baño antes del gazpacho que espera en casa. Esta foto la he tenido de fondo de escritorio en mi ordenador mucho tiempo y es mucho, pero mucho más chula que las que nos deja Microsoft, así que si estais interesados os la mando en alta resolución vía correo electrónico pa que cada vez que enchuféis el modorro se os salten las lágrimas de emoción...